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Cuando no queda nada, se abren todas las posibilidades.

Cuando no queda nada, se abre un abismo que parece engullirte.

Pero ese abismo es contenedor de lo nuevo por emerger.

Es cuestión de perspectiva.

Una perspectiva u otra pueden alternarse en cuestión de microsegundos.

Ayer ritualice mi ruptura con una sentencia condenatoria de hace justo 12 años y que mi niño interior se creyó fehacientemente. Esa especie de mala profecía o maldición decretaba que viviría en la más absoluta intemperie si dejaba el sacerdocio. Ayer quise romper esa creencia, disolver ese conjuro. DEJAR DE CREERME QUE TENÍA QUE VIVIR EN LA INTEMPERIE. Ayer, después del rito de disolución de ese decreto me comunicaron que también teníamos que dejar la Jaima, el hogar que me ha acogido desde hace 7 años. Ayer celebrábamos por la noche la, ahora sí, definitiva disolución administrativa de Espacios Berakah. Si las sincronicidades no existen, qué alguien me explique todo esto.

Cuando no queda nada se abre un vacío.

Ese vacío es contenedor del todo.

Conectar con ello de manera vivencial le quita dramatismo a la situación.

Ahora puede darse todo, pude ocurrir cualquier cosa.

En situación de desempleo, teniendo que salir de la casa que nos ha resguardado de esa intemperie a la que se me condenó, con un proyecto que era el amor de mis amores disuelto, con una enfermedad sobrevenida que es maestra pero que se adhiere a mis años… ahora, cualquier cosa puede ocurrir.

Y se junta la nostalgia, la tristeza, un miedo que me hace temblar… con la emoción por lo inesperado.

Pues, en lo totalmente inesperado es donde únicamente se puede dar la epifanía de lo sagrado, la manifestación más pura de la Santa Voluntad.

Una palabra flota en el ambiente de estos días: Emuna, confianza absoluta.

Los obstáculos no dejan de ser percepciones de la realidad u oportunidades para abrirnos más interiormente.

Y dicen los expertos que ese Emuna lleva incluido el entusiasmo. Esta mañana he tenido un atisbo de ese entusiasmo.

Cualquier cosa: norte, sur, montaña, mar, ciudad, choza, jaima, palacio, convento, haciendo pan, montando una empresa, retirándome del todo, contemplando, paseando, acompañando, en comunidad o solo, con mi pareja, comunicando, en silencio, aguardando, viéndolo todo cumplido…

Sorprendente.

Mi corazón tiembla.

Mi corazón se serena.

Lloro por lo que dejo.

Sonrío por lo que puede venir.

Qué jodidamente apasionante es la Vida.

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